“Señor cliente: cada $10 que usted carga (tarjeta SUBE), la irrisoria comisión para el local es de 0,10
centavos (menos que un caramelo). Por este motivo y ante la necesidad de cubrir
los gastos operativos, seguro de la recaudación y poder seguir brindando el
servicio, nos vemos con la necesidad de cobrar un mínimo adicional de $1”. El
mensaje de este cartel, claro y preciso, resulta antipático para los clientes
que ingresan a un kiosco del centro de la Ciudad y no es más que una de las
tantas arbitrarias comisiones que actualmente cobran los kioscos platenses a la
hora de vender algo que, según consideran, les deja poco margen de ganancia.
Así como sucede con la Tarjeta SUBE,
cada vez son más los locales que cobran entre $1 y $3 adicional con la venta de
cada atado de cigarrillo, o bien cuando comercializan las tarjetas de recargas
de teléfonos celulares.
El cobro de adicionales se hizo costumbre en toda la Ciudad y en varias operaciones
que, de acuerdo a las normas y contratos que se encuentran vigentes, no
deberían tener ningún costo extra.
Para un kiosquero de diagonal 80 el cobro de adicionales “no está mal
porque hay servicios que debemos mantener para la gente y no producen ganancias
y, lo que es peor, a veces significan pérdidas”, aunque expresó que “lo
importante es avisar primero, advertir al clientes que por tal o cual operación
se les va a cobrar un peso o dos pesos más, lo que sea, que la gente sepa y si
es necesario explicarles bien el motivo de esta decisión”.
Sin embargo, no son pocas las discusiones que se generan por el cobro de
extras: “no puede ser que cuando compro cigarrillos tenga que pagar de más,
cuando toda la vida los cigarrillos dejaron poco margen de ganancias a los
kioscos y nunca hubo problemas. Me parece muy injusto para los clientes que
antes teníamos opciones de ir a otro negocio que no cobre ese adicional, pero
lamentablemente ahora no porque al menos en la zona del centro casi todos lo
cobran”.
“Tomé la decisión de cobrar porque los impuestos se fueron por las nubes y
el porcentaje de ganancia no cubre los costos
El titular de la Unión de Kiosqueros de la Argentina, Eduardo Medaglia, le
dijo recientemente a un matutino porteño que “la entidad no recomienda cobrar
recargos , pero entiendo a quienes lo hacen para no trabajar a pérdida”, y
agregó que “no me sorprendería que esté pasando más que antes porque las ventas
bajaron en general hasta un 30% en ciertas zonas y hubo subas de impuestos,
servicios y salarios que de algún modo deben compensarse”, sostuvo el
dirigente.
Representantes de DEUCO (Defensa de Usuarios y Consumidores) consultados
por EL DIA señalaron que “sabemos que es una medida muy antipática y hasta
injusta para los consumidores, pero el mercado está desregulado y no hay nada
que les impida a los kiosqueros cobrar adicionales para ciertas operaciones o
ventas. Claro que la gente puede negarse a pagar y hacer valer sus derechos,
aunque generalmente se termina en un acuerdo, o bien el kiosquero cede o el
cliente termina pagando el extra”.
Pero de acuerdo a la voz de los especialistas, “distintos es cuando se
trata de un servicio público, como el transporte. En ese caso sí los
comerciantes no deberían cobrar adicionales, por ejemplo cuando la gente va a
cargar la tarjeta SUBE y el control en ese caso corre por cuenta de los
organismos del Estado competentes, que no debe permitir esto”, sostuvieron.
También destacaron que “es importante que los comerciantes avisen a los
clientes sobre los adicionales que cobran porque de esa manera el cliente elige
irse a otro lado o pagar”.
impacto al bolsillo
Lo que no se pone en tela de juicio es el impacto al bolsillo que producen
los recargos que cobran los kiosqueros. Pagar $1 adicional por un recarga de
$20 en la tarjeta SUBE o bien el
celular implica un aumento del 5% en el costo de los viajes en micro y de las
llamadas telefónicas. Y si por ejemplo, de compra un atado de cigarrillos por
día con un adicional de $1, a fin de año el acumulado es de $365.
“Yo tomé la decisión de cobrar porque tengo empleados, los impuestos se fueron
por las nubes y con el porcentaje de ganancia de comisiones que tengo ni
siquiera puedo cubrir los costos operativos del local. Acá lo que más hacemos
es recargar la tarjeta SUBE y vender
cigarrillos. De golosinas sacamos poco margen. Por eso tomé esa determinación y
la gente en su gran mayoría lo entiende”, expresó otro kiosquero del centro que
optó por cobrar extras.
Lo cierto es que algo que comenzó hace dos o tres años, tímidamente, con
los cigarrillos, ahora se ha extendido a otros productos y a servicios públicos
que, a juzgar de los organismos de Defensa al Consumidor, no deberían tener
recargos de ningún tipo.